Domingo, 25 de enero de 2009. Hola a todos!, ayer volví de unas largas vacaciones en el infierno. Mis hijos, Satán y Lucifer les envían abrazos. Para que se animen a visitarme allá cuando mueran, les describiré mi tierra: Hay mares hermosos que se pierden entre las altas cumbres rocosas que de ellos salen. Mares ardientes donde navega Creonte y donde ningún cuerpo mortal ha nadado, sino el de los muertos. Cumbres más altas que el Himalaya, mucho más altas: se clavan en el cielo rojo de donde caen incesantemente las almas perdidas. Valles silenciosos donde solo se hoye a lo lejos, el llanto y el dolor de los condenados. Al llegar al final de los valles, hay cavernas rocosas oscuras, infinitamente profundas. El olor a muerte que sale de ellas, advierte el sufrimiento que esconden. Debido a que hoy no ando de ánimos para enseñar, dejaré que uno de mis mejores aprendices lo haga esta vez. Para ello le ordené que os relate algunas de sus experiencias. --- Me contaba Samael, al é
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